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Dijo:

Del monte Sinaí viniste, Señor;
desde Seir dejaste ver tu esplendor.
Desde el monte de Parán resplandeciste
cuando viniste entre millares de santos,
con la ley de fuego en tu mano derecha.

Tú, Señor, amas a tu pueblo;
todo tu pueblo santo está en tus manos.
Por eso ellos siguen tus pasos
y reciben de ti su dirección.
Moisés nos entregó una ley,
que es la herencia de la congregación de Jacob.

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